Fragmento 1
"Dicen de ella que es como una muñeca rusa. Una
Matriuska que a otra Matriuska lleva y esa a su vez abierta da paso a otra más.
Muñeca tras muñeca, muchas muñequitas llenan de milenios su historia.
Cartagena es ciudad de ciudades. Una escalera de arte
de invisibles peldaños que descansan en los años bajo mantos de tierra. Restos
íberos, cartagineses, bizantinos, árabes y cristianos siembran su suelo. Capas
que florecieron hace años, cubriéndose unas a otras sin pudor. Capas que hoy
día yacen dormidas en espera de un nuevo despertar."
Fragmento 2
"El eco de las voces condujo mis pasos por el piso de
cristal hasta una escalera que descendía hacía los cimientos de la arruinada muralla
y se clavaba en las entrañas de la tierra.
Bajé por
ella lentamente, debatiéndome en una mezcla de temor y valentía, más la
curiosidad de ver lo que allí se ocultaba pudo con el miedo, haciéndome llegar
hasta el alma de la muralla púnica."
Fragmento 3
"Las termas bañan la carne y purifican el espíritu,
procuran amistades, facilitan convivencias y flotan en sus aguas las charlas
profundas junto a los diálogos más banales. El relax y el lujo se sientan sobre
mármol y resbala el cansancio por el vapor de sus frescos. En este mar de
vanidades reina la belleza al desnudo. Adhesiones, traiciones, rumores y
críticas pululan por el aire y entre perfumes y masajes pasean los cotilleos de
sociedad."
Fragmento 4
"En un rincón del patio, dos niños pequeños
correteaban alrededor de su ama que, mareada, bordeaba las columnas tras ellos.
Al vernos la criada paró el juego y les llamó a su lado, reclamando compostura
y educación.
- “Me alegra que sean ellos los primeros que conozcas -comentó Helena sonriendo-. Estos dos
diablillos son…” -no la dejé terminar la frase recordando que teníamos un juego
pendiente cuya cuenta atrás acababa de comenzar."
Fragmento 5
"Aquel rincón de olores estaba coronado por tres
espejos de metal pulido, diferentes en forma y tamaño, pero con el mismo
cometido; repetir la imagen parcialmente o en su totalidad. Uno pequeño, con
mango usado para reflejo del rostro y los cabellos, descansaba entre los
perfumeros sobre el mármol de la mesa. Otro rectangular y más grande, también
reposaba en ella sobre dos pies metálicos, reflejando la figura hasta la
cintura. Y el último, con forma oval y de gran dimensión, permanecía adosado al
muro con el fin de repetir la visión completa del cuerpo."
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